Hacia tiempo que tenia proyectado un viaje a Bilbao y San Sebastian, pero siempre ocurría algo que lo impedía. Así que aprovechando un viaje a Madrid me organicé la vuelta por el país vasco, no es que me pillara de paso, pero cuando uno quiere, bien que puede. Total, que me organicé una visita rápida de dos días, para conocer estas dos ciudades. En Vitoria ya estuve hace años y quería visitar las tres capitales vascas. Es una pena que a veces pasen todos esos acontecimientos que provocan en muchas personas el rechazo a viajar a esta comunidad, porque, como veréis mas adelante, vale la pena conocerla, tanto por el entorno como por su gente, en la mayoría de los casos atentísima y muy agradable. Pero así están las cosas, revueltas a veces por estos lares, y la mayoría de nosotros, poco podemos hacer para cambiar esta realidad. Pero por lo menos, yo quería ir y contar lo que vi.
Para Bilbao elegí un hotelito pequeño que estaba bien ubicado. Es el Sirimiri (60 euros). Justo en la entrada de la ciudad, limpio, cómodo y con aparcamiento.
Como llegué sobre las 13.00, dejé la maleta y me fui a comer, y como no, con unos buenos pinchos. El famoso barrio de las siete calles estaba cerca. Eché un vistazo por varias de estas calles peatonales y lógicamente entré en el que vi mas parroquianos. El nombre no lo sé, pero como hay tantos tenéis para elegir. Lo mejor echar una visual a la variedad de tapas y donde las veas mejor, pues a por ellas. A mí como me gustan los de pescado pedí uno de bacalao, otro de pimientos con atún y uno de musaka, eso sí acompañado de un Txakolí (vino blanco joven propio de la zona). A mí el vino no me gusta mucho, pero en este tierra es de rigor probar este vino. Los camareros super atentos, como dije antes, el ambiente era muy agradable. Los parroquianos muy extrovertidos y enseguida se enrollan con el tema que sea. La taberna estaba decorada con banderas del athletic y fotos antiguas de San Mames.
Esta zona de las siete calles bien vale un buen recorrido, y por la noche mucho mejor. Hay mas ambiente, y las luces de los bares y tabernas dan un tono especial a las calles con las típicas casas, la mayoría de piedra, y algunas blasonadas. En general toda la zona esta limpia, no hay pasajes oscuros o raros y puedes andar sin problemas. Realmente me sorprendió, porque los cascos antiguos están muchas veces empobrecidos y llenos de gente marginada, por lo menos en algunas de las zonas. Yo, por lo que observé, todo el barrio estaba aceptable y era seguro.
Mas o menos en medio de este barrio se encuentra la catedral, bonita por fuera y poco lujosa por dentro. Más parece luterana. Por la noche que entré había una misa, y es curioso oír el padrenuestro en euskera.
Guggenheim, que estaba a dos paradas. El edificio es impresionante, no solo por su forma tan característica, sino por la luminosidad que irradian las placas que lo revisten al incidir la luz sobre el. Todo esto le confieren un alo muy especial. La exposición que había no me resultaba interesante así que pasé de entrar. Si me tome un café en una terracita que hay enfrente y en la que lo aprecias en su totalidad. Dí una vuelta por su alrededor y mande un vídeo electrónico a mi mujer en un aparatejo que hay en frente. Te grabas durante 15” con el Guggenheim al fondo y por 1.5 euros te das el gusto que te vean en tu casa. Lo malo es que luego no pudo abrir el dichoso vídeo, así que como que no lo hubiera mandado nada. Pero la intención fue buena. Cerca de aquí se encuentra el museo de Bellas Artes. Un amigo que había estado meses antes me lo recomendó. La verdad que merece la pena verlo. Es de un tamaño que puedes visionarlo (como dicen en Sudamérica) con tranquilidad. Tiene cuadros de artistas renombrados, sobre todo nacionales (Goya, Murillo, Greco, Zurbaran, etc) . Además coincidí con una exposición itinerante sobre los murales de Sorolla del Spanish gallery de New York, así que, mejor que mejor. La entrada ronda los 6 euros. Como estaba anocheciendo me empecé a dirigir de nuevo al centro. Fui dando un paseo por la ribera del río. Toda esta zona es la que se recuperó para la ciudad, derribando las antiguas fábricas y astilleros. La verdad que ha quedado muy bonita. No perderos el edificio de la Universidad de Deusto, al otro lado del río. Hay que reconocer la calidad de la edificación y el buen gusto de la mayoría de las casas.
Pasé por delante del ayuntamiento, tremendo edificio de finales del XIX. Ya de nuevo en el lado derecho del río me encaminé hacia el paseo del arenal, un área verde rodeada de buenos edificios y bastante ambiente. Tomando la calle de la esperanza te puedes dirigir de nuevo al casco antiguo. Al ir por esta calle me encontré un letrero que ponía “ascensor”, y una tremenda torre. La entrada era curiosa. Algo avejentado y decadente pero, como entraba y salía gente, así que me dije que algún lado iría. Bueno pues eso, es un ascensor que te lleva hasta el parque Etxeberria, y tiene una vista preciosa de todo Bilbao. Cada viaje cuesta 0.40 cts, y hay un señor dentro que lo maneja. Es curioso, lleva una radio atada al techo y eso sí, tienes que pagar por el perro o por el carro de la compra.
A estas alturas de la noche yo ya estaba un poco cansado. Llevaba 8 horas de tute, y el cuerpo, y sobre todo las rodillas, se resienten. En la misma calle esperanza y al lado de una pista de pelota vasca, me metí otra serie de pinchos entre pecho y espalda y el correspondiente Txakoli. Volví a callejear por este barrio, y como dije antes, estaba muy animado, lleno de gente tapeando en la calle por que los sitios estaban llenos. Da gusto ver toda esta vida por las calles. No sé mas tarde como estaría el patio, pero a las horas que yo anduve, el ambiente era bueno. Como colofón pasé por la la plaza nueva para tomar el último pincho. Aquí aún había más gente todavía. Ya eran cerca de las 11 de la noche y mañana tenia que madrugar para ir a San Sebastian, así que para el hotel. Bilbao , me ha parecido una ciudad que vale la pena dar un buen recorrido. De años atrás, según me dijeron quien la visito antes, ha mejorado mucho y ha sabido crearse un aspecto propio que le diferencie de su vecina San Sebastian. La falta de mar nunca le dará la luz que tiene esta última, pero es un sitio con identidad propia.
El día amaneció, como es natural el otoño en el norte de España, lloviendo. Lo malo que era esa lluvia fina con viento que no hay forma de guarecerse, es decir, te vas a empapar, da igual lo que te pongas. Tenía la esperanza que en San Sebastian no estuviera tan malo. El trayecto no llega a 100 Km. por la autovía, y en una hora estaba ya en San Sebastian. Directamente me fui a meter el coche en un parking. Para que me voy a complicar la vida buscando aparcamiento. Al lado del Kursaal había uno, así que, para adentro. Justo a la salida estaba enfrente el Hotel Maria Cristina (el del festival). Como lógicamente estaba lloviendo ( dicen que Donosti es la ciudad que menos se ve el sol de todas España), aproveché para entrar y tomarme un café.
Estos sitios tan lujosos hay que conocerlos, y como normalmente sus precios son prohibitivos, si sale caro comer, pues tómate un café. El hotel es precioso, decorado tipo principios del XX . Me fui a la cafetería y esperar un poco a ver si mejoraba. Pues iba a ser que nó. Para mi desgracia seguían cayendo chuzos. Pedí la cuenta, un pequeño palo, 4.28 euros, pero valía la pena, por lo menos estuve dentro. Eso si me dieron un bombón que estoy reservando para una ocasión especial y de paso pues un pisete. Total si lo dividimos entre tres el café me salió solo 2 euros. Hay que ver siempre el aspecto positivo. Bueno me despedí del portero (uniformado y todo) me enfundé el anorak y a mojarse se ha dicho.
Como dije antes el Palacio de exposiciones ( Kursaal) lo tienes enfrente. Un cubo de tonos verdosos cuya vista nocturna le da más empaque. Crucé el famoso puente Zurriola con sus farolas típicas y enfile el paseo nuevo. El mar estaba enfadado no cabe duda. Las olas golpeaban contra las batientes que impresionaba. Desistí de dar toda la vuelta por el litoral hasta el puerto porque me estaba poniendo como una sopa. Así que entre directamente en la parte vieja. El casco antiguo es semejante al de Bilbao. Todo limpio y muy cuidado. Aquí encontrarás la iglesia San Vicente y la plaza de la constitución. Bares por todos los lados. Me llamó la atención la comandancia de Marina, justo al lado del puerto, con todas las ventanas del primer piso totalmente tapiadas (sin comentarios). El ambiente era animado dado el tiempo que hacía. Seria como las doce del mediodía, pero entre el madrugón y la necesidad de guarecerse pues me metí a comer algo. Encontré un sitio de esos que llaman la atención, Casa Bartolo. La verdad que aunque no tengas hambre al entrar te dan ganas de comer. Que barra repleta de pinchos, algo inconmensurable. Debía de haber no menos de 30 diferentes. Muy agradables los camareros, te dan un plato, los escoges y se lo enseñas para luego cobrarte. Les pedí un Txakolí y me zampé cuatro pinchos tan a gusto. Luego me cobraron 9 euros y se quedaron tan a gusto ellos también. La verdad que tapear en Euskadi , y sobre todo en Donosti, es caro.
Parecía que llovía menos, o por lo menos me lo quería creer, así que me fui hacia la playa de la concha. Es cierto que tiene una vista preciosa. La típica playa en forma de media luna, con un edificio de spa en el medio (la perla), la isla de santa Clara enfrente, el monte Igeldo, y sobre todo los elegantes edificios que bordean el paseo, todo esto le confiere a esta ciudad un aire señorial y distinguido.Realmente son dos playas , la concha y ondarreta que queda al fondo y era, digamos la zona vip a principios de siglo. Hay que decir que esta ciudad era un destino de veraneo para gente adinerada y la nobleza, cuando en España solo veraneaban los ricos. De ahí el palacio de Miramar que justo divide las dos playas. Me dí una vuelta por este paseo y hasta tuve oportunidad de ver gente bañandose, que frió, para que luego digan de los vascos. Otra cosa no se, pero pelotas, si que tienen. La ciudad realmente es para pasearla y apreciar las magníficas características urbanísticas. Posiblemente no se cometieron las barbaridades arquitectónicas que padecieron otras ciudades españoles en la época de los 50-60, y por eso tiene toda la ciudad tiene una uniformidad que la hace ser diferente a las demás. Eso, y el estar mirando al mar por toda su extensión. Sigamos con el relato, aunque seguía sin ser un día propicio para el paseo. De repente y como si fuera una aparición Mariana vi el típico autobús turístico que hace un Tour por la ciudad. Esto era un milagro. Vi donde paraba y cada cuanto pasaba así que a la hora en punto estaba esperándole. Una hora de trayecto, cascos y sobre todo que no te mojas, todo por 16 euros….. para adentro. Íbamos solo dos personas, que malo no haría que no habían venido ni los turistas.
Bueno pues de esta manera pude ver más o menos la ciudad. Subimos al monte Igeldo (aunque también hay un funicular) . La vista es alucinante. Pasamos por el barrio de Ondarreta, con sus buenos chalets, fuimos por todo el paseo , atravesamos la parte nueva y luego cruzando el puente de Santa Catalina fuimos al barrio de Gros. Mucho me gusto este barrio. Casas de la época de 1920 y posteriores, de aspecto distinguido y con una sensación de barrio integrado. Ya de retorno se pasa por delante del Kursaal y por la playa de Zurriola. Esta playa se ganó al mar y con marejada tiene unas olas de impresión. Lógicamente me bajé en el mismo sitio que lo había cogido y dí una vuelta por la parte nueva. Entré en la iglesia del Buen Pastor de estilo neogótico con un interior un tanto austero. Como estaba cerca del rio Urumea me acerque a ver la ribera. Muy cuidada como toda la ciudad. Atravesé el puente Mª Cristina y como parecía que no llovía tanto me acerque hasta el parque Cristina Enea que me lo habían recomendado. Es realmente precioso , con arboles exóticos, abundante vegetación y senderos por donde pasear. Volví sobre mis pasos y me dirigí hasta el ayuntamiento y al teatro Victoria Eugenia. De nuevo otra serie de pinchos cerca de la oficina de Turismo (estos a 1.50), y poco mas. Me quedó por ver la estatua del peine del viento, porque digamos que me empapé bien de la ciudad, y nunca mejor dicho.
Tengo que volver para poder apreciarla con sol, y sobre todo con compañía. Viajar solo ( mi mujer no quiso venir), no es tan gratificante como hacerlo acompañado. Todo es mejor con alguien a tu lado. Y como no tengas pareja, cada vez es mas difícil encontrar compañeros de viaje. Alguien dijo, que "a partir de ciertas edades, ya no ganas amigos , mas bien los pierdes". Resumiendo, es una de las ciudades más elegantes y mejor estructuradas que he visto en España junto a Santander y La Coruña son las que mejor calidad de vida .
Eran ya cerca de las 4 de la tarde y tenia que ir hasta León a pernoctar. Así que carreta y manta. Seis horas en esta bella ciudad no son suficientes. Siempre hay que dejar algo para la próxima visita.
Para Bilbao elegí un hotelito pequeño que estaba bien ubicado. Es el Sirimiri (60 euros). Justo en la entrada de la ciudad, limpio, cómodo y con aparcamiento.
Como llegué sobre las 13.00, dejé la maleta y me fui a comer, y como no, con unos buenos pinchos. El famoso barrio de las siete calles estaba cerca. Eché un vistazo por varias de estas calles peatonales y lógicamente entré en el que vi mas parroquianos. El nombre no lo sé, pero como hay tantos tenéis para elegir. Lo mejor echar una visual a la variedad de tapas y donde las veas mejor, pues a por ellas. A mí como me gustan los de pescado pedí uno de bacalao, otro de pimientos con atún y uno de musaka, eso sí acompañado de un Txakolí (vino blanco joven propio de la zona). A mí el vino no me gusta mucho, pero en este tierra es de rigor probar este vino. Los camareros super atentos, como dije antes, el ambiente era muy agradable. Los parroquianos muy extrovertidos y enseguida se enrollan con el tema que sea. La taberna estaba decorada con banderas del athletic y fotos antiguas de San Mames.
Esta zona de las siete calles bien vale un buen recorrido, y por la noche mucho mejor. Hay mas ambiente, y las luces de los bares y tabernas dan un tono especial a las calles con las típicas casas, la mayoría de piedra, y algunas blasonadas. En general toda la zona esta limpia, no hay pasajes oscuros o raros y puedes andar sin problemas. Realmente me sorprendió, porque los cascos antiguos están muchas veces empobrecidos y llenos de gente marginada, por lo menos en algunas de las zonas. Yo, por lo que observé, todo el barrio estaba aceptable y era seguro.
Mas o menos en medio de este barrio se encuentra la catedral, bonita por fuera y poco lujosa por dentro. Más parece luterana. Por la noche que entré había una misa, y es curioso oír el padrenuestro en euskera.
Guggenheim, que estaba a dos paradas. El edificio es impresionante, no solo por su forma tan característica, sino por la luminosidad que irradian las placas que lo revisten al incidir la luz sobre el. Todo esto le confieren un alo muy especial. La exposición que había no me resultaba interesante así que pasé de entrar. Si me tome un café en una terracita que hay enfrente y en la que lo aprecias en su totalidad. Dí una vuelta por su alrededor y mande un vídeo electrónico a mi mujer en un aparatejo que hay en frente. Te grabas durante 15” con el Guggenheim al fondo y por 1.5 euros te das el gusto que te vean en tu casa. Lo malo es que luego no pudo abrir el dichoso vídeo, así que como que no lo hubiera mandado nada. Pero la intención fue buena. Cerca de aquí se encuentra el museo de Bellas Artes. Un amigo que había estado meses antes me lo recomendó. La verdad que merece la pena verlo. Es de un tamaño que puedes visionarlo (como dicen en Sudamérica) con tranquilidad. Tiene cuadros de artistas renombrados, sobre todo nacionales (Goya, Murillo, Greco, Zurbaran, etc) . Además coincidí con una exposición itinerante sobre los murales de Sorolla del Spanish gallery de New York, así que, mejor que mejor. La entrada ronda los 6 euros. Como estaba anocheciendo me empecé a dirigir de nuevo al centro. Fui dando un paseo por la ribera del río. Toda esta zona es la que se recuperó para la ciudad, derribando las antiguas fábricas y astilleros. La verdad que ha quedado muy bonita. No perderos el edificio de la Universidad de Deusto, al otro lado del río. Hay que reconocer la calidad de la edificación y el buen gusto de la mayoría de las casas.
Pasé por delante del ayuntamiento, tremendo edificio de finales del XIX. Ya de nuevo en el lado derecho del río me encaminé hacia el paseo del arenal, un área verde rodeada de buenos edificios y bastante ambiente. Tomando la calle de la esperanza te puedes dirigir de nuevo al casco antiguo. Al ir por esta calle me encontré un letrero que ponía “ascensor”, y una tremenda torre. La entrada era curiosa. Algo avejentado y decadente pero, como entraba y salía gente, así que me dije que algún lado iría. Bueno pues eso, es un ascensor que te lleva hasta el parque Etxeberria, y tiene una vista preciosa de todo Bilbao. Cada viaje cuesta 0.40 cts, y hay un señor dentro que lo maneja. Es curioso, lleva una radio atada al techo y eso sí, tienes que pagar por el perro o por el carro de la compra.
A estas alturas de la noche yo ya estaba un poco cansado. Llevaba 8 horas de tute, y el cuerpo, y sobre todo las rodillas, se resienten. En la misma calle esperanza y al lado de una pista de pelota vasca, me metí otra serie de pinchos entre pecho y espalda y el correspondiente Txakoli. Volví a callejear por este barrio, y como dije antes, estaba muy animado, lleno de gente tapeando en la calle por que los sitios estaban llenos. Da gusto ver toda esta vida por las calles. No sé mas tarde como estaría el patio, pero a las horas que yo anduve, el ambiente era bueno. Como colofón pasé por la la plaza nueva para tomar el último pincho. Aquí aún había más gente todavía. Ya eran cerca de las 11 de la noche y mañana tenia que madrugar para ir a San Sebastian, así que para el hotel. Bilbao , me ha parecido una ciudad que vale la pena dar un buen recorrido. De años atrás, según me dijeron quien la visito antes, ha mejorado mucho y ha sabido crearse un aspecto propio que le diferencie de su vecina San Sebastian. La falta de mar nunca le dará la luz que tiene esta última, pero es un sitio con identidad propia.
El día amaneció, como es natural el otoño en el norte de España, lloviendo. Lo malo que era esa lluvia fina con viento que no hay forma de guarecerse, es decir, te vas a empapar, da igual lo que te pongas. Tenía la esperanza que en San Sebastian no estuviera tan malo. El trayecto no llega a 100 Km. por la autovía, y en una hora estaba ya en San Sebastian. Directamente me fui a meter el coche en un parking. Para que me voy a complicar la vida buscando aparcamiento. Al lado del Kursaal había uno, así que, para adentro. Justo a la salida estaba enfrente el Hotel Maria Cristina (el del festival). Como lógicamente estaba lloviendo ( dicen que Donosti es la ciudad que menos se ve el sol de todas España), aproveché para entrar y tomarme un café.
Estos sitios tan lujosos hay que conocerlos, y como normalmente sus precios son prohibitivos, si sale caro comer, pues tómate un café. El hotel es precioso, decorado tipo principios del XX . Me fui a la cafetería y esperar un poco a ver si mejoraba. Pues iba a ser que nó. Para mi desgracia seguían cayendo chuzos. Pedí la cuenta, un pequeño palo, 4.28 euros, pero valía la pena, por lo menos estuve dentro. Eso si me dieron un bombón que estoy reservando para una ocasión especial y de paso pues un pisete. Total si lo dividimos entre tres el café me salió solo 2 euros. Hay que ver siempre el aspecto positivo. Bueno me despedí del portero (uniformado y todo) me enfundé el anorak y a mojarse se ha dicho.
Como dije antes el Palacio de exposiciones ( Kursaal) lo tienes enfrente. Un cubo de tonos verdosos cuya vista nocturna le da más empaque. Crucé el famoso puente Zurriola con sus farolas típicas y enfile el paseo nuevo. El mar estaba enfadado no cabe duda. Las olas golpeaban contra las batientes que impresionaba. Desistí de dar toda la vuelta por el litoral hasta el puerto porque me estaba poniendo como una sopa. Así que entre directamente en la parte vieja. El casco antiguo es semejante al de Bilbao. Todo limpio y muy cuidado. Aquí encontrarás la iglesia San Vicente y la plaza de la constitución. Bares por todos los lados. Me llamó la atención la comandancia de Marina, justo al lado del puerto, con todas las ventanas del primer piso totalmente tapiadas (sin comentarios). El ambiente era animado dado el tiempo que hacía. Seria como las doce del mediodía, pero entre el madrugón y la necesidad de guarecerse pues me metí a comer algo. Encontré un sitio de esos que llaman la atención, Casa Bartolo. La verdad que aunque no tengas hambre al entrar te dan ganas de comer. Que barra repleta de pinchos, algo inconmensurable. Debía de haber no menos de 30 diferentes. Muy agradables los camareros, te dan un plato, los escoges y se lo enseñas para luego cobrarte. Les pedí un Txakolí y me zampé cuatro pinchos tan a gusto. Luego me cobraron 9 euros y se quedaron tan a gusto ellos también. La verdad que tapear en Euskadi , y sobre todo en Donosti, es caro.
Parecía que llovía menos, o por lo menos me lo quería creer, así que me fui hacia la playa de la concha. Es cierto que tiene una vista preciosa. La típica playa en forma de media luna, con un edificio de spa en el medio (la perla), la isla de santa Clara enfrente, el monte Igeldo, y sobre todo los elegantes edificios que bordean el paseo, todo esto le confiere a esta ciudad un aire señorial y distinguido.Realmente son dos playas , la concha y ondarreta que queda al fondo y era, digamos la zona vip a principios de siglo. Hay que decir que esta ciudad era un destino de veraneo para gente adinerada y la nobleza, cuando en España solo veraneaban los ricos. De ahí el palacio de Miramar que justo divide las dos playas. Me dí una vuelta por este paseo y hasta tuve oportunidad de ver gente bañandose, que frió, para que luego digan de los vascos. Otra cosa no se, pero pelotas, si que tienen. La ciudad realmente es para pasearla y apreciar las magníficas características urbanísticas. Posiblemente no se cometieron las barbaridades arquitectónicas que padecieron otras ciudades españoles en la época de los 50-60, y por eso tiene toda la ciudad tiene una uniformidad que la hace ser diferente a las demás. Eso, y el estar mirando al mar por toda su extensión. Sigamos con el relato, aunque seguía sin ser un día propicio para el paseo. De repente y como si fuera una aparición Mariana vi el típico autobús turístico que hace un Tour por la ciudad. Esto era un milagro. Vi donde paraba y cada cuanto pasaba así que a la hora en punto estaba esperándole. Una hora de trayecto, cascos y sobre todo que no te mojas, todo por 16 euros….. para adentro. Íbamos solo dos personas, que malo no haría que no habían venido ni los turistas.
Bueno pues de esta manera pude ver más o menos la ciudad. Subimos al monte Igeldo (aunque también hay un funicular) . La vista es alucinante. Pasamos por el barrio de Ondarreta, con sus buenos chalets, fuimos por todo el paseo , atravesamos la parte nueva y luego cruzando el puente de Santa Catalina fuimos al barrio de Gros. Mucho me gusto este barrio. Casas de la época de 1920 y posteriores, de aspecto distinguido y con una sensación de barrio integrado. Ya de retorno se pasa por delante del Kursaal y por la playa de Zurriola. Esta playa se ganó al mar y con marejada tiene unas olas de impresión. Lógicamente me bajé en el mismo sitio que lo había cogido y dí una vuelta por la parte nueva. Entré en la iglesia del Buen Pastor de estilo neogótico con un interior un tanto austero. Como estaba cerca del rio Urumea me acerque a ver la ribera. Muy cuidada como toda la ciudad. Atravesé el puente Mª Cristina y como parecía que no llovía tanto me acerque hasta el parque Cristina Enea que me lo habían recomendado. Es realmente precioso , con arboles exóticos, abundante vegetación y senderos por donde pasear. Volví sobre mis pasos y me dirigí hasta el ayuntamiento y al teatro Victoria Eugenia. De nuevo otra serie de pinchos cerca de la oficina de Turismo (estos a 1.50), y poco mas. Me quedó por ver la estatua del peine del viento, porque digamos que me empapé bien de la ciudad, y nunca mejor dicho.
Tengo que volver para poder apreciarla con sol, y sobre todo con compañía. Viajar solo ( mi mujer no quiso venir), no es tan gratificante como hacerlo acompañado. Todo es mejor con alguien a tu lado. Y como no tengas pareja, cada vez es mas difícil encontrar compañeros de viaje. Alguien dijo, que "a partir de ciertas edades, ya no ganas amigos , mas bien los pierdes". Resumiendo, es una de las ciudades más elegantes y mejor estructuradas que he visto en España junto a Santander y La Coruña son las que mejor calidad de vida .
Eran ya cerca de las 4 de la tarde y tenia que ir hasta León a pernoctar. Así que carreta y manta. Seis horas en esta bella ciudad no son suficientes. Siempre hay que dejar algo para la próxima visita.
Cerca se encuentra el famoso teatro Arriaga y la iglesia de san Nicolás. No os perdáis la plaza nueva (digamos, como la plaza mayor) . Porticada y con muchas tabernas debajo de los soportales. Como ya había comido, esta zona la dejé para degustarla por la noche. La mayoría estaban decoradas con muy buen gusto y las barras estaban repletas de unos pinchos que decían “cómeme”.
Cruzando el puente del arenal llegas a la otra orilla del río Nervión. Aquí tienes varios edificios interesantes como son la estación de trenes y el edificio de la bolsa. Toda esta zona, hasta la plaza de Moyua es como el Bilbao modernista, con edificios elegantes de principios del siglo XX, bancos y edificaciones gubernamentales. Algunas de estas calles están peatonalizadas y el paseo se hace cómodo. Los jardines del Alba al lado del palacio de justicia es un buen lugar para sentarse y admirar las construcciones que rodean la plaza.
Pasando la plaza Moyua (curiosas las entradas al metro), llegas hasta el parque de Dña Casilda. Muy cuidado, frondoso y lleno de actividad, con gente haciendo deporte, jubilados y niños jugando. Al final del parque esta el palacio de exposiciones Euskalduna. Es el típico edificio dedicado a congresos. Aquí como andaba un poco falto de fuerzas cojí el tranvía y me dirigí al famoso
Os dejo un link con un blog con toda la informacion de Donosti. El Txoko de Pat
18 comentarios:
Hola Javier, me encantan tus comentarios y que te adelantes a mis viajes así voy cogiendo ideas y más ganas de visitar los sitios, jeje. Tengo muchas ganas de ir a Bilbao y a San Sebastián. Estuvo mi madre en el Guggenheim la semana pasada y notó mucho cambio en la ciudad. San Sebastián si que debe ser preciosa y ya con el mar, muy completa. Pues nada, a ver si mejora un poco el tiempo y en cuanto tenga un hueco, allá que voy. Un besito.
Hola Javier,
Que bien que fueras a Bilbo y San Sebastián. Cierto que la primera está llena de pinchos pidiendo que los comas y la segunda es un poco cara, pero las dos están muy bonitas y cuidadas. El cambio es patente en la primera con la modélica recuperación de la ría. También estoy de acuerdo en verla en verano.
Como me alegro que hayas venido por mis territorios !!!!, pero otra vez avisa y te hago una lista de bares con pintxos "no mega caros" (que existen, sí).
Respecto al tiempo he de decir que llevamos 2 largos meses sin parar de llover (y lo digo en el más justo sentido de la frase, en noviembre fueron 22 días lloviendo)
Pero Donosti es precioso de cualquier forma, verdad? Ya te daré pistas, pero veo que te aconsejaron bien. Creo que ningún turista va a Cristina Enea en una primera visita, y para mí es completamente imprescindible.
Saludos
Se dice Txakoli y es un funicular.
hola recuerdo que cuando fui a bilbao con una amiga todos los dias que fui solo llovio llovio y llovio jejej pero al final me diverti , sobre todo queria conocer el museo :P saludos
hola tengo un regalito para ti pasa por mi blog a recogerla xD
Hola, que suerte haber encontrado este blog, me encanta viajar y leer sobre viajes.
Tengo un blog de libros y enlazaré este blog con el mío.
Si ye apetece pasa y mira
www.loslibrosdeteresa.wordpress.com
Te iré leyendo despacio tienes mucha información.
Un saludo
Teresa
Tengo la suerte de ir de tanto en tanto a Bilbao, ya desde hace mucho tiempo. Y no veas el cambio que está realizando la ciudad. Quien la ha visto y quien la ve. Sus monumentos, sus montes, su ria sus gentes…. Sin duda una ciudad muy interesante para visitar. Sl2
Hola Javier, me encanta como sabes tu sitio, de vez en cuando vuelvo a él cuando tengo ganas de volar. La música guay. Por cierto ¿viajas esta Semana Santa.? Saludos y gracias por tus vivencias. Chao.
Hola Javier! Va todo bien? hace tiempo que no escribes...supongo que seré falta de tiempo!
Me encanta Donosti y me encanta el Guggenheim, incluso tengo ganas de volver. Estoy de acuerdo que siempre hay que dejar algo para volver.
Un saludo desde Bcn.
No deberíamos olvidarnos de una ciudad como Mallorca.
Hola Javier, vuelvo a curiosear por esta entrada que además tengo unos días libres en mayo y me gustaría conocer San Sebastián (a favor todo, en contra la dieta porque con esos pinchos tan ricos no se yo...). Tienes razón con lo que dices de viajar solo y lo de los amigos, a ver si lío a alguien para que me acompañe, jeje. Casi estoy recién llegada de Lisboa, así que si te apetece dar una vuelta por allí, pásate por el blog. Un saludo,
Nuria.
Lugares turísticos tal vez no tan conocidos pero que guardan su encanto particular.
Yo los he recorrido en mi ultimo viaje a España y lo pase genial.
Son tranquilos y ademas la gente es maravillosa.
Tienes que volver a San Sebastián con tu mujer y dar el paseo completo desde el kursaal, yendo por el paseo nuevo, la concha y hasta el peine de los vientos, eso si, un dia que haga bueno. La vista de la ciudad desde el paseo nuevo o desde el peine de los vientos (mi preferida) no tiene desperdicio... Al que le guste patear es lo primero que le recomendaría... y si andas sobrado de tiempo y fuerzas empezaría el paseo desde monpás, al fondo de la playa de la zurriola en gros)
Hemos estado en San Sebastian el verano pasado (2011) y nos ha encantado. Tiene un aire muy especial.
que lindo realmente esos lugares para recorrer, seguro que luego de viajar a Guayaquil me voy para allá, esa arquitectura me llama mucha la atención
No importa el tiempo que pase, nunca es tarde para acercarse, Bilbao tiene cada día más encanto y la verdad te felicito Javier, cuando lo lees te sientes allí. Simplemente perfecto..
Yo también soy un entusiasta y apenas puedo escribo un poquito, los invito a comentar,
https://desarmandobilbao.wordpress.com
Gracias por tu comentario
Publicar un comentario